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019 - La « Depêche » del sábado, 26 de mayo

Viernes 5 de febrero de 2016 por Stephan Cayre, Juliette Linck

El perro MUFF, macho Labrador de 9 meses, está referido en consulta de osteopatía por su veterinario tras el diagnóstico de una displasia coxo-femoral bilateral. Este cachorro le había sido presentado por tener andares contoneados y una cojera unilateral del posterior izquierdo de aparición progresiva. La importancia de las lesiones radiográficas (placa n°1) lleva el veterinario a contemplar un recurso quirúrgico a corto plazo; esperándose al final del crecimiento del perro, aconseja la osteopatía para aliviar el dolor del perro en la medida de lo posible.

El examen clínico clásico muestra un perro bastante pequeño por ser un "Labrador", confirma la cojera del posterior, pero no revela ningún otro síntoma (foto n°1).

El análisis osteopático pone en evidencia una serie de disfunciones de compensación totalmente ligadas a los malos aplomos posteriores e inherentes a la displasia pre-existente: una "anterioridad" iliaca izquierda directamente relacionada con la mala posición de la cadera, induce una rotación izquierda de la junción lombo-sagrada, y luego una compensación de rotación derecha de las vértebras lumbares superiores.

Finalmente, las articulaciones de la pata anterior derecha están demasiado solicitadas por el peso del perro, y las presiones excesivas sobre el carpo conducen a una disfunción del hueso central derecho.

Las técnicas de corrección fueron las clásicas: manejo de cadera empujada para el hueso coxal izquierdo, manejo dicho de " llave posterior de lucha " para la junción lombo-sagrada y “técnica de recoil” para la L4, y por fin, manipulación de las fascias para el hueso central.

El perro vuelve a su casa con las recomendaciones usuales de descanso, la segunda cita se toma enseguida por el control de las disfunciones, quince días más tarde.

A la segunda consulta, los propietarios señalan un mejoramiento fuerte al cabo de las 48 horas, seguida por una nueva degradación una semana después.

El examen osteopático pone en evidencia una recaída de la junción lombo-sagrada, que estuvo tratada enseguida.

A la tercera visita (1 mes) el perro no muestra ningún signo clínico de cojera; el examen osteopático tampoco nos señala ninguna disfunción.

Convenimos entonces volver a ver a MUFF dos veces al año, utilizar los tratamientos condroprotectores habitualmente recomendados en curas regulares y, de acuerdo con su veterinario, operar de las caderas sólo como último recurso.

Pidamos al veterinario realizar una radiografía de control cuando el perro alcanzó la edad de 10 años (placa n°2). La evolución artrósica es muy significativa a pesar de todo, sin embargo, el perro no presenta ningún signo de cojera persistente, y eso en ausencia de tratamiento antiinflamatorio.

Durante los 10 años que siguieron esta serie de sesiones, revisamos a MUFF muy regularmente: 19 veces para controles y 3 veces para cojeras que aparecieron en respuesta a juegos un poco brutales con otro perro de la familia.

En una patología como la displasia de cadera, es evidente que la osteopatía no puede corregir el defecto inicial óseo; sin embargo, su utilización repetida permite evitar un cierto número de complicaciones clásicas debidas al mal equilibrio estatural dinámico del animal. Esto a menudo basta, asociado con un tratamiento médico poco agresivo, con asegurar una comodidad satisfactoria de vida.

Leyendas fotos:

N°1: placa en el momento del diagnóstico

N°2: Muff en el momento de uno de los controles.

N°3: placa de control de Muff con una edad más avanzada.

Actualidades :

El anuario de los veterinarios osteópatas de la AVEF al día:

http://www.vet-avef.com/referes_osteopathie.html


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