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101- "Dépêche" de febrero 2013

La osteopatía, un enfoque global del cuerpo.
Viernes 12 de junio de 2015 por Romain Orio, Juliette Linck

Una perra Golden Retriever de 11 años presenta desde hace cierto tiempo una debilidad evolutiva de la grupa, que provocó una dificultad creciente en levantarse y en desplazarse.

Vive con su hijo de 6 años, más grande que ella y que la solicita mucho para jugar, nacido de un parto difícil (el primero para la perra). El primer cachorro quedado arrinconado en el sector pelviano murió, siguió una cesárea de donde nacieron dos cachorros vivos. La operación se acabó por una ovariohisterectomía de acuerdo con los propietarios, con el fin de esterilizar a la perra.

Un tratamiento antiinflamatorio clásico (AINS cox-2 selectivo) es prescrito por el veterinario tratante. La perra tolera mal el tratamiento, come menos y los signos clínicos locomotores no cambian. Además, en el momento del control bioquímico efectuado en esta ocasión, la tasa de urea es sensiblemente aumentada.

La perra llaga entonces a la consulta osteopática. Las disfunciones encontradas se sitúan al nivel del sacro, al nivel torácico (T10-T11) y sobre la rodilla izquierda, pero las tensiones más fuertes se sitúan al nivel de las dos primeras vértebras lumbares. Esta última región no responde al tratamiento local funcional, facial y tisular utilizado para tratar otras disfunciones. Las tensiones persisten y parecen vinculadas a algo más profundo, impresión habitualmente encontrada cuando hay tensiones viscerales que se reflejan sobre el raquis por tracción mecánica facial vía los mesos de una parte, y del otro a través de la inervación simpática.

Dado que la perra fue operada, podemos interrogarnos sobre el origen de la profundidad de estas tensiones. Está cierto que es frecuente encontrar tensiones cicatriciales en respuesta a una operación, incluido al nivel visceral, y en el contexto de una ovariohisterectomía, pueden situarse sobre los polos vasculares ováricos, los restos de ligamento ancho o al nivel del cuello uterino.

En este caso, debemos abordar estas tensiones sobre el plan emocional para obtener una relajación de los tejidos, que también se manifiesta por un descanso global de la perra que se duerme durante la consulta. En práctica, simplemente se trata de colocar su atención hacia un nivel diferente.

Una dosis de Árnica (remedio de traumatismos, no necesariamente físicos) 30 CH es dada al final de la consulta.

En los días siguientes, la perra se desplaza mejor pero todavía difícilmente, está bastante cansada durante dos semanas. Hay que esperar la tercera semana después de la consulta para observar un mejoramiento franco. Corre de nuevo, está más viva y se hace respetar más por su hijo juguetón.

La necesidad de desplazarse del registro físico hacia el registro emocional no es rara en osteopatía animal. Puede efectuarse sin que se perciba, se vuelve a veces necesaria en ciertos casos mientras que nada parecía sugerirlo al principio del cuidado, pero está a menudo obvia cuando se interpreta teniendo en cuenta la historia del paciente.

Las relaciones entre el cuerpo y el espíritu no tienen que probar más y la osteopatía, medicina holística, permite abordar las consecuencias mórbidas de estas relaciones, aunque éstas son antiguas.

Es también una alternativa muy interesante a los tratamientos antiinflamatorios clásicos, habitualmente utilizados en el marco de ciertas patologías crónicas, y eso con razón más fuerte cuando éstos son contraindicados.


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