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115- Osteopatía de primera o de secunda intención.

UN ESBOZO DE RESPUESTAS SOBRE SUS INDICACIONES
 
Créé le : Viernes 23 de diciembre de 2016 por Juliette Linck, Romain Orio

Dernière modificaton le : Jueves 17 de febrero de 2022

Cada vez más personas recurren a la osteopatía y no solo para ellos mismos sino también para sus animales, bien sea por su propia iniciativa o por familiares o por su veterinario. Podemos recurrir a ella de primera intención, a veces más tarde en la trayectoria médica usual. Pero del punto de vista del profesional, la situación difiere según su modo de ejercicio: el veterinario que solo practica la osteopatía o osteopatía animal, el veterinario que mezcla la osteopatía con la alopatía, el veterinario no osteópata pero potencialmente referente. Hoy en día, las categorías de participantes potenciales son variadas. ¿Cómo conjugar la voluntad de proponer con serenidad este enfoque, evitando caer en trampas clínicas, y con una idea de complementariedad de los enfoques?

Las principales preguntas suelen ser: ¿Cuándo recurrir a la osteopatía, y en que caso? Hay también muchas preguntas sobre el modo de funcionamiento, l’inocuidad, la compatibilidad con los demás tratamientos, etc... Pero las respuestas a esas preguntas son simples. Sin embargo, las primeras son relativamente más complejas, y dependen de la situación del terapeuta.

Esta medicina manual global propone regular el cuerpo en su conjunto, lo cual le permite reequilibrarse por sí solo. La enfermedad se ve como la consecuencia de bloqueos y disfunciones que la osteopatía quita, y cuando estos obstáculos desaparecen, el cuerpo cura. También es una medicina preventiva ya que detecta disfunciones antes de que generen síntomas. El enfoque analítico por indicaciones como la alopatía procede de otro razonamiento.

Los referenciales son fundamentalmente diferentes, sin embargo es papel del osteópata pragmático que quiere proponer este enfoque a sus pacientes (y a los de los demás colegas referidos por ejemplo), el de pensar en cuándo proponerla y por qué.

Para eso es necesario que el osteópata no-veterinario tenga una formación en patología médica suficiente para detectar lo que, a lo mejor, no podrá ser tratado con osteopatía y que el veterinario no-osteópata conozca y proponga la osteopatía. La formación y la comunicación son pues de primera importancia, y deberían de verse el más tempranamente posible en la trayectoria de cada uno.

Para el osteópata exclusivo (veterinario o no), a partir del momento en el que recurrimos a él, no hay ambigüedad: hace su trabajo con los medios que estén a su disposición, pero tiene que ser consciente y conocer las contraindicaciones verdaderas que necesitan un enfoque clásico. Y en caso de fallo del método, aquello debería igualmente abrir su puerta a otros tratamientos, complementarios o no.

Para el veterinario osteópata no-exclusivo, si la demanda de la osteopatía es explícita, volvemos a la situación anterior. Sino, la elección de un enfoque osteopático de primera intención puede venir del veterinario mismo, tras un examen clínico permitiendo llegar a la conclusión de que el método es adecuado, con el acuerdo tácito o explícito del propietario, y sin olvidarse de reevaluar la situación. Es a veces más fácil proponer de secunda intención, pero en el marco de recidivas, de casos crónicos. El veterinario puede decidir cambiar de enfoque a su iniciativa o a la demanda del propietario si está informado, pero también puede tratarse de un colega que desea un enfoque diferente.

Para el veterinario no-osteópata ¿que ocurre? El hecho de proponer la osteopatía de primera intención, antes de poner en marcha su propio tratamiento podría parecer absurdo. Pero, al contrario, cuando aquel veterinario tiene entendido el interés que esto representa en ciertos casos es hasta muy pertinente. En parte para los “clásicos” de la osteopatía que son el animal cogiendo edad que se estiba, el perro joven en crecimiento que cojea o camina de través, las contraindicaciones de los tratamientos alopáticos (intolerancia a los AINES por ejemplo), el balance beneficio / riesgo desfavorable de una cirugía, el dolor misterioso y otros rompecabezas clínicas.

Para un caso crónico o con recidivas, recurrir a la osteopatía de segunda intención, como alternativa o como tratamiento complementario, es esencial igualmente. Al veterinario potencialmente referente, conviene pues poder aportar sus ideas y enfoques adecuados sobre la contribución de la osteopatía, idealmente más allá de una lista de indicaciones esquemáticas, sino que se pueden ver como una base para entenderse los unos con los otros.

Es cierto que de cara a la realidad de los casos clínicos y de los terapeutas con perfiles y trayectorias variadas, la osteopatía puede tener numerosos papeles diferentes. Esta medicina al funcionamiento tan diferente puede vivirse en oposición con la alopatía, pero de manera mucho más pertinente como una alternativa reflexionada, o como una medicina complementaria que a veces se basta a sí misma, y a veces no. Sin jamás perder de la vista el pragmatismo y el interés del paciente como primer objetivo.



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